Pequeño resumen del viernes en el BIME

Ohhhh, MARK EITZEL. Una vez más, nos deslumbró el californiano, cantante de otro planeta, pero también nos confirmó que tenemos, sobre todo con algunos artistas, un gusto diferente al de la mayoría.

El estupendo y creciente concierto de EITZEL (pese a que en los otros muchos que le hemos visto -somos fans acérrimos- su inconfundible y adictiva voz lució más nítida y con mayor potencia de salida) fue el que más nos gustó de la primera jornada del BIME 2017 pero también el que menos público congregó de todos los que vimos (que nos pasamos por casi todos, y siquiera los disfrutamos en parte), quizá junto con el de la cantautora guipuzcoana ANARI que tocó una hora antes en el mismo lugar.

Conforme lo previsto (insistimos, solo nos quedamos con las ganas de catar el, presumimos, suave pop de Metronomy, y porque resultó imposible-, pero no hubo sorpresas, o quizá sea que tenemos los gustos ya muy consolidados), también fueron EXCELENTES el set de BILL CALLAHAN (acompañado suntuosamente por un guitarrista todo sensibilidad y precisión, el concierto fue una delicia pese a que quien antes llamábase Smog no cantara algunos temas que esperábamos impacientes) y el de los berlineses EINSTERZUNDE NEUBATEN, menos radicales y ruidosos que la vez anterior -hace ya muchos años- que les tuvimos delante, pero igualmente insólitos y magnéticos. Blixa es todo un personaje, y sus escuderos -oh, el musculado bajista: parecía salido de una banda de hard-rock de los 70- no se quedaban atrás. Fue para recordar, el sonidazo de EN, con percusión y voz de protagonistas, y su puesta en escena.

Como era de esperar, y comparando con estos tres maravillosos conciertos, EL RESTO DEL PROGRAMA DEL DÍA se nos hizo menos satisfactorio.

Veamos: la calificación que mentalmente acabamos otorgando a los conciertos que vimos ayer (excepción hecha de los tres soberbios ya citados y valorados) mientras regresábamos a casa tras empaparnos a conciencia del techno-rock de Orbital (bailamos un poco, por qué no decirlo), horquilleó entre el casi notable de unos RIDE poperos y guitarreros bien apoyados por la luminotecnia, el bien de los elegantes RURAL ZOMBIES con chica en las voces y teclas, y de los rotundos y no tan populistas Orbital; y el solo aceptable del asturiano PABLO UND DESTRUKTION (empezó de maravilla, pero el alma punk y el guitarreo noise-rock le pudo al cantautor irónico y desengañado; una pena, lo disfrutamos mucho los primeros veinte minutos), ROYAL BLOOD (lo hacen bien, pero es que su estilo blues-rock básico no nos va nada, no solo es viejuno, sino simplón; aguantamos tres canciones a duras penas) y la pesarosa ANARI, siempre convincente pero un poco monótona su music, que, -ella sabrá lo que hace, pero no nos pareció muy correcto- quiso trasladarnos su dicha por la proclamación de independencia de Catalunya, además de felicitar a los propios catalanes por haberlo conseguido. Suponemos que se refería, en todo caso, a los catalanes independentistas. Porque el resto, es decir, la mitad de los catalanes no creemos que estén del todo contentos. De esos no se debió acordar la buena de Anari. Ejem, nos sigamos hablando que…

Una buena jornada de music live, en resumen, con estupendo sonido en los tres escenarios (diríamos que incluso magnífico en los dos mayores), con tres conciertazos de escándalo en el «pequeño» (cabrán unas mil personas), el de las gradas, que pudimos ver cómodamente, salvo el de los germanos EN, que atrajo mucha gente y obligaba a ciertas apreturas. Aunque en el escenario Antzerki (donde ocurrió todo lo emocionante ayer, y, con excepciones, claro, es algo ya habitual en este festival, edición tras edición) te podías sentar en las gradas, vimos todas las actuaciones de pie, que se sienten los tranquilos, nosotros fuimos a darlo todo.