MIércoles de diciembre tras un martes 13, y aquí seguimos. NICK CAVE NOS CONSUELA, nos recuerda que esa parte oscura de la vida que preferimos ignorar sigue ahí agazapada, esperando su momento, y nos hace temblar, por no decir llorar, de emoción.
A los seres humanos normales las TRAGEDIAS FAMILIARES imprevistas nos golpean de un modo tan contundente y cruel que no presumíamos posible; la sensación de hueco, de falta de aire, de parálisis, de injusticia y de irreparable pérdida queda ahí para siempre, adherida a nuestro cuerpo como un indeseable y asqueroso chicle sucio y mil veces pisado.
Solo el paso del tiempo hará que se mitigue un poco la depresión y podamos domarla y así centrarnos en atender las exigencias de nuestra vida, para finalmente convertirse en una melancolía que casi cada día encuentra un momento para trasladarte de nuevo al vacío, para hacerte sentir la pena por lo que pudo ser, para entristecerte al pensar que hubo una vida que nunca llegó a cristalizar, una compañía y unas conversaciones que no disfrutaste a lo largo de los años; y otra vida, la tuya, que jamás será la misma que si ese ser querido que tanto echas de menos no hubiera muerto prematuramente.
Todo esto, suponemos, les pasará también a los artistas geniales que sufren la pérdida, por ejemplo, de un hijo o un hermano adolescente. Pero algunos consiguen abordar de cara a la desolación, hacer frente al temblor, al pánico, a tan cruel e inesperado golpe creando arte, transformando lo oscuro en luz reparadora y consoladora, en emoción compasiva, y trasmitiendo la fe en que la tristeza también tiene su parte de belleza.
NICK CAVE, el australiano más reconocido en la historia del rock y uno de nuestros iconos más apreciados de finales del siglo pasado y de este, perdió en junio de 2.015 a uno de sus dos hijos gemelos, Arthur, de solo 15 años, en un penoso accidente (sin experiencia previa con drogas tan potentes, tras consumir LSD con un amigo y en plena alucinación, se precipitó por un acantilado).
Seguro que, como cualquier padre, Nick Cave sufrió lo indecible por la muerte de su hijo pero solo un año después de la desgracia publicó, con sus ya míticos Bad Sees (es su 16º disco con esta banda) y con la colaboración en la composición de las canciones del inefable Warren Ellis, «Skeleton Tree», un extraordinario disco en el que explica lo que le supuso esta desoladora experiencia.
Quizá, en definitiva, componer y grabar este disco tampoco le haya ayudado demasiado a asimilar el hecho, a encajar el golpe y seguir adelante con su vida y la de su familia, pero al resto de los mortales, esta valiente iniciativa del gran Nick Cave nos ha consolado, porque escuchar canciones como esta increíble »I Need You», leer e intentar entender sus letras, dejarnos llevar por su voz grave y la austera melodía, esos catedralicios coros femeninos, tiene algo de catártico, de encuentro directo, modesto y humilde pero a la vez digno y honorable, con esa parte oscura y trágica de la vida que preferimos -o necesitamos- esquivar. Nick Cave se atrevió a hacerle frente, a desnudar la angustia de su corazón, a expresar al mundo su inmenso dolor, su inacabable tristeza y su convicción de que nada será igual tras la muerte de su hijo… Nos ayudó a comprender que las cosas son así, y que por ello, menos quejas y a disfrutar cada minuto de la vida cuando van más o menos bien. Porque la desgracia, la pena y la oscuridad, inevitablemente, vendrán a rendirnos su cruel y puntual visita, incluso sin avisar. Y, una vez más, las peores noticias nos cogerán desprevenidos y sufriremos como si no fuera posible tanto dolor, como si no lo mereciéramos.
Esta «I need you» es para nosotros, y por eso la hemos seleccionado hoy, ya cerca del fin de año, una de la canciones más emocionantes, intensas y hermosas de 2.016.
Feliz miércoles. Recordad que durante todas estas Navidades podéis disfrutar en La Estacion de Neguri de la exposicion conjunta de BALLESTEROS-TORRE “Historias de una alacena”, homenaje al bodegón clásico.