In memory of Jeff Buckley

Estamos recordando esta semana (y escuchando su muy escueta producción discográfica, en la que sobresale su único disco grande convencional en estudio, el legendario «Grace») al añorado JEFF BUCKLEY, cantautor californiano fallecido el 29 de mayo de 1997 ahogado en un río de Tenessee cuando solo tenía 30 años, y una de las voces más dotadas y talentosas que jamás haya dado la music popular. El hijo del asimismo prematuramente desaparecido y gran cantautor rock de influencias folk y jazz Tim Buckley (1947-1975), cantaba de un modo no solo 100% identificable, sino con una capacidad técnica, un color y una potencia únicos.

Hemos pensado que hoy, domingo, día en que en la Colegiata de Ziortza, en el pueblo (Markina; aunque Ziortza sea Bolibar, que ahora es pueblo autonónomo, precisemos) va a ser representada «Dido y Eneas», de Purcell (interpreta la Conductus Ensemble, dirigida por Andoni Sierra), ópera británica por antonomasia, la primera de su historia y quizá la más celebrada de todas las creadas desde entonces, y hablamos de finales del siglo XVII, podíamos tomarnos la licencia de vincular esta music gloriosa y emocionante con la figura del gran JEFF BUCKLEY. Que sí, con su voz sin apenas límites, se atrevía con todo. Porque este aria es un miura en toda regla, astifino y malaleche. Alguna vez hemos dicho que la music antigua, y la barroca que le sucedió, nos tuvo muchos años encadilados, emocional y estéticamente secuestrados. Y dentro de ella, Purcell figuraba con mayúsculas entre nuestras preferencias. Y su obra «Dido and Eneas», en particular. Por contextualizar un poco ,nada más.

Al tema, que no es cualquier cosa. Aquí tenemos al osado Jeff Buckley, que se prodigó interpretando canciones de otros artistas, haciendo el aria «When I am laid in earth», conocida en nuestro país como «Lamento de Dido» y, cómo no, saliendo airoso del lance. La grabación es en directo, en un concierto, corría 1.995, dos años antes de su muerte, en un festival (Meltdown) en el Queen Elizabeth Hall de Londres. Hay que descubrirse. Pensemos que una de las voces de soprano de referencia cuando se piensa en esta aria de «Dido y Eneas» es la de increíble y tododerosa Jessy Norman. Esta todo dicho.

Esto es una canción pop-rock y esto es cantar amigos. Siempre nos quedará la duda de hasta dónde podria haber llegado el gran Jeff Buckley. Acompañado de Nick Drake, Elliott Smith y Jason Molina -pensamos o queremos pensar- Jeff nos mira escuchar con casi devoción sus canciones desde nuestro más visitado panteón de jóvenes músicos desaparecidos antes de tiempo.
Han pasado casi 25 años desde que Buckley creó este monumento de canción, atemporal, modélica en casi todo y cantada celestialmente, como tenía por costumbre el artista.

Todavía hoy «Last goodbye» podría encabezar cualquier lista de éxitos, sencillamente porque es un hit en toda regla; nada más comenzar el tema, en los primeros acordes, ya suena a todo lo bueno. Aúna una bien entendida «comercialidad» y cierto efectismo con una insobornable originalidad y buenas dosis de riesgo; la emoción y la épica intimista a raudales con una inequívoca autenticidad; los impresionantes ritmo, energía y potencia en batería, cuerdas y guitarra con una melodía sencilla y reconocible y con unos arreglos atractivos y suntuosos…, por no hablar de esa voz inconfundible y extraterrestre, y sobre todo, la belleza, una inmarchitable y universal belleza.