Os dejamos con «Medusa´s Outhouse» una de las muchas (no menos de seis, ojo al dato) canciones deslumbrantes del disco que más nos fascinó en 2.106 (y sigue haciéndolo porque crece sin parar en nuestra apreciación): ‘Mangy Love,’ séptimo disco ya de CASS MCCOMBS, singular cantautor estadounidense que lleva años dándole vueltas al folk-rock ecléctico y sin ataduras pero de indisimulada querencia pop y cuyo trabajo seguimos atentamente desde hace tiempo; de hecho, su disco «Prefection», de 2.005 ya nos atrapó en sus redes.
Lo mejor es que este lunes no, el siguiente, 30 de enero, podremos ver a CASS MCCOMBS en concierto en San Sebastián; y viene acompañado de su banda, detalle importante en estos tiempos, pero ya hablaremos de ello uno de estos próximos días, que el acontecimiento lo merece.
TRUMP está ahí, convertido -desde ayer, irremisiblemente- en una pesadilla planetaria de la que nos tememos lo peor, pero hay otro EEUU, como el de sus maravillosos artistas; hoy hablamos de CASS MCCOMBS, pero también podríamos hacerlo de uno de los cineastas más alucinantes del momento, JEFF NICHOLS (38 años, natural de Little Rock, Arkansas, América profunda y territorio Trump, sí), director de «Loving», que por nada del mundo deberías perderte. Ayer la estrenaron en los cines del Puerto Deportivo, y tras verla, dudamos entre el 9 y el 9,5 sobre diez a la hora de calificarla. Por cierto, estábamos seis personas en la sesión de las 22.10 y era el día del estreno. Y hablamos de un director tenido por uno de los mejores de su generación que ya ha filmado, además de esta «Loving», otras dos monumentales películas, «Take Shelter» y «Mud», elogiadas por la crítica especializada de todo el mundo. Atención, que JEFF NICHOLS no es un director vanguardista, experimental o que haga pelis complejas o difíciles de disfrutar o entender para un aficionado normal; de hecho «Loving» se ve -y se paladea a tope- desde el minuto uno hasta el final y sin problema ni freno alguno pese a sus dos horas de metraje; y lo que más se ha dicho de ella es que estamos ante un feliz regreso del mejor cine clásico. Buenas historias con personajes creíbles, peculiares y con fuerza dramática, un director con poderoso y singular mundo interior que tiene su propia forma de dirigir -impecablemente- a sus actores, que despliega y cuida con mimo infinidad de detalles y matices tanto en la interpretación actoral como en la composición y la puesta en escena, dotado de un estilo propio y original a la hora de plantear temas y dilemas estéticos y éticos…, cine grande, sin trampa ni cartón, vamos.