Despertamos a la música allá en los 70, y a la vida, con las flipantes canciones, con los celestiales arreglos de las canciones de genios interestelares como LOU REED, soñamos fantasías con ellos, flotamos de placer en las nubes ficticias y nos hundimos en la negrura de la parte oscura de la vida con sus canciones y con sus historias, pasamos por los años y las décadas con sus melodías, sus letras, con su furia, su sentimiento, su inspiración, su inteligencia, su desconcierto, su arrogancia, su queja, su rebeldía, su chulería, su desesperación, su esperanza, sus problemas, sus sueños…
El mundo es menos interesante, menos humano sin LOU REED poblándolo. No es hora aún de recordar los (afortunadamente) numerosos conciertos que le hemos visto en vivo y en directo a lo largo de estas décadas, ni de señalar nuestros discos y canciones favoritas del astro neoyorkino, ni de aseguraros que este viernes 1 de noviembre (día de difuntos, ya es casualdiad) haremos algo en recuerdo, EN HOMENAJE a LOU REED, EN LA ESTACIÓN, y que habrá musica en vivo y películas sobre LOU REED, fijo.
Lo que procede ahora es neutralizar la pena, el dolor por su repentina muerte, y agradecer a LOU REED que se dedicara (con tanto empeño y acierto) a la música, las inolvidables canciones que compuso y que tanto disfrutamos en su momento y seguimos amando como el primer día. Vaya por ti, Lou. Que descanses, amigo.
Esta «She’s my best friend» (al igual que pasa con el álbum en que figura, «Coney Island Baby», de 1975, uno de nuestros dos o tres favoritos de Lou Reed), quizá no es la más conocida de sus obras, pero para nosotros tiene algo especial. Hablaremos mañana o pasado del HOMENAJE del próximo viernes que desde ya le estamos preparando a LOU REED. Aceptamos sugerencias, por supuesto.Y si vienes a La Estación esta semana, no te quejes de que no quitamos a Lou Reed del reproductor, lo vamos a poner todos los días y (casi) a todas horas. Lo queremos entre nosotros.